Is
55:1-9; PSal 63:1-8; 1Cor 10:1-13; Luk 13:1-9
“»Porque
como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que
riega la tierra y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra y
pan al que come,así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía,
sino que hará lo que yo quiero y será prosperada en aquello para lo cual la
envié.”
(Isaías
55:10–11 RVR95)
Por
aquel mismo tiempo se presentaron unos a Jesús y le hablaron de aquellos
galileos a quienes Pilato había hecho matar cuando ofrecían el sacrificio,
mezclando así su sangre con la de los animales sacrificados.
Jesús
dijo:
—
¿Creéis vosotros que esos galileos sufrieron tal suerte porque fueran más
pecadores que los demás galileos? Pues yo os digo que no. Y añadiré que, si no
os convertís, todos vosotros pereceréis igualmente.
¿O
creéis que aquellos dieciocho que murieron al derrumbarse la torre de Siloé
eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Pues yo os digo que
no. Y añadiré que, si no os convertís, todos vosotros pereceréis de forma
semejante.
Jesús
les contó entonces esta parábola:
—
Un hombre había plantado una higuera en su viña; pero cuando fue a buscar higos
en ella, no encontró ninguno. Entonces dijo al que cuidaba la viña: “Ya hace
tres años que vengo en busca de higos a esta higuera, y nunca los encuentro.
Así que córtala, para que no ocupe terreno inútilmente”. Pero el viñador le
contestó: “Señor, déjala un año más. Cavaré la tierra alrededor de ella y le
echaré abono. Puede ser que después dé fruto; y si no lo da, entonces la
cortas”.
Así que el que piensa estar firme, mire que no caiga.
Así que el que piensa estar firme, mire que no caiga.
Este
tercer domingo de cuaresma el tema de reflexión nos puede llevar a confusión.
Porque
de alguna forma, la iglesia en general suele tener cierta afición a mirar hacia
fuera y pensar, “como no os convirtáis, como no os arrepintáis, os espera la
muerte eterna”,
y
esto unas veces se piensa con cierta pena, y otras con cierta satisfacción,
depende del día, porque hay días que nos sentimos más paternalistas por ese
mundo que se pierde,
pero
también hay días que igual nos sentimos más profetas justicieros, un tanto
resentidos con el mundo (del rollo Jonás y su experiencia con los ninivitas) y
no sin cierta satisfacción, enviamos a nuestro prójimo al infierno eterno.
Pues
hoy sintiéndolo mucho, os he de decir que la Palabra no va por aquí.
Porque
cuando el profeta Isaías dice:
Buscad
al Señor
mientras
es posible encontrarlo,
invocadlo
mientras está cercano;
que
el malvado abandone sus proyectos
y
la persona inicua sus planes;
que
se convierta al Señor misericordioso,
a
nuestro Dios, rico en perdón.
Mis
planes no son vuestros planes,
mi
proyecto no es vuestro proyecto
—oráculo
del Señor—.
Cuanto
se alza el cielo sobre la tierra,
así
se alzan mis proyectos sobre los vuestros,
así
superan mis planes a vuestros planes.
¿A quién se dirige? ¿Se dirige a las
naciones paganas?
No,
se dirige a su propio pueblo, me sabe un poco mal decirlo, sólo un poco… pero
hoy la Palabra es para nosotros, para la iglesia de nuestro Señor Jesucristo.
Porque…
cuando hemos leído el texto de Lucas ¿con quién te has identificado?
¿Cómo lo has escuchado?
¿Eras uno de los galileos
que murieron en manos del
gobernador Pilatos?
¿Eres
uno de aquellas personas que la gente señala y dice “se merece lo que le pasa,
se merece su desgracia, es normal que reciba su castigo”?
¿O
te identificas con las palabras de Jesús? Haces suyo su mensaje, haces tuyas
sus palabras y les dices a los demás “¡Arrepentíos o moriréis!”
O
no dices nada, simplemente eres una persona que va con Jesús y dices, “esto no
va conmigo”, Jesús está advirtiendo a toda esa gente que no se ha arrepentido
de sus pecados, yo voy con Jesús, y voy cantando himnos y escuchando
predicaciones… pero esto que dice no va conmigo.
Retomemos el texto.
Hay
unos que van a Jesús a comentarle que unos galileos han sido ajusticiados por
Pilatos en el Templo, los galileos no tienen buena fama, su forma de vivir la
fe no es exactamente igual que la del resto de los judíos, son un poco más
liberales, podríamos decir.
También
tienen muchos bandoleros y alborotadores, revolucionarios… gente que de alguna
forma u otra no hace la vida fácil al imperio romano.
Y
claro, le preguntan a Jesús, porque Jesús es de Nazaret, es un galileo.
Y
lo que le están preguntando es si se merecían esta muerte, si de alguna forma
Dios ha usado a Pilato para hacer justicia.
Porque
existe una teología que es así, que entiende que muchas veces Dios castiga a
los hombres y a las mujeres provocándoles desgracias, o permitiendo que les
sucedan que en el fondo es lo mismo.
Pero
claro, esto no le sucede a cualquier persona, esto le sucede a los pecadores, a
los injustos, a los que no son suficientemente santos.
¿Quién
pecó para que este naciese ciego? ¿Él o sus padres? Le preguntan a Jesús.
¿Y
a los que les cayó la torre encima y los mató? ¿Qué pecado tendrían para que
les haya pasado tal desgracia?
¿Y
los que pierden su casa? ¿Qué habrán hecho mal?
¿Y
los que sufren un cáncer? ¿Qué pecado tendrían?
¿Y
los que pierden su trabajo? ¿Y a los que se les muere un hijo? ¿O una esposa o
un esposo?
No
sé si recordáis el tsunami de Haití, donde murieron miles de personas y aún hoy
siguen muriendo por causa de la miseria y la enfermedad que dejó tras de sí el
tsunami.
Pues
no faltaron predicadores de USA diciendo que era un castigo de Dios porque
Haití consiguió la independencia por medio de la magia vudú. Vamos que se lo
merecían, que Dios actuó con justicia.
Y
el SIDA, ¿es una enfermedad que Dios usa para castigar a los promiscuos y a los
homosexuales? ¿Es una enfermedad que Dios usa para castigar a África?
También
nos encontramos con el caso contrario.
Si
cae una torre en Jerusalén y mata a mi hijo, o si un ser querido muere por una
enfermedad, si pierdo mi casa o si sufro cualquier injusticia inexplicable y
repugnante, esto sólo puede significar que Dios no existe.
No
es el caso del texto de hoy, pero es lo que hoy piensa mucha gente y los polos
opuestos muchas veces se tocan.
Si
Dios permite que esto me pase a mi, o no existe o es un Dios malvado que mejor
que no existiese.
¿Y
qué dice Jesús? ¿Que opina sobre el misterio del mal que acecha nuestras vidas
y nos golpea sin piedad?
Jesús
dice que esto es la vida. Ni más ni menos.
Si
piensas que a alguien le pasa una desgracia porque vive una vida de pecado,
¿cómo es que tu sigues vivo?
No
hay NADIE que pueda ponerse delante de Dios y decir que no hace nada mal, que
no peca, que no falla nunca, que su corazón o que su mente están tan limpias y
puras como la de Dios mismo.
Si
Dios fuese matando a aquellos y aquellas que pensamos que en el fondo se lo
merecen, no quedaría nadie.
Las
desgracias en la vida, pasan, a veces por causas lógicas, a veces por causas
fortuitas, pero Dios no se dedica a lanzar rayos sobre las cabezas de los
injustos, y por supuesto tampoco sobre las cabezas de los justos, si es que
hubiese alguno.
Las
desgracias son parte de una creación que no es un teatro donde Dios juega a ser
Dios, sino de una creación que Dios respeta, y por lo tanto no nos trata como a
juguetes, Dios no juega con nosotros.
Por
lo tanto la palabra de Jesús de hoy es más que nunca y sobre todo para su
Iglesia:
Arrepentíos,
cambiad vuestra mente, cambiad vuestra forma de entender la vida, cambiad lo
más profundo de vosotros, vuestra religión, vuestra fe.
Porque
vuestros caminos no son mis caminos, mis caminos son más altos. Cambiad o
acabaréis pereciendo.
Palabras
fuertes, muy fuertes, o cambiamos nuestra forma de entender a Dios y su
creación o seremos como aquellos que les cae una torre encima y los aplasta.
¿Porque
para qué querría Dios un pueblo que en vez de proclamar su Reino, que en vez de
proclamar la buena noticia del evangelio, proclamase la mala noticia del
infierno?
Cuando
ya iba acercándose el tiempo de su Pascua, Jesús tomó la firme decisión de dirigirse
a Jerusalén. Envió por delante mensajeros que entraron en una aldea de Samaría
para prepararle alojamiento.
Pero
como Jesús se dirigía a Jerusalén, los samaritanos se negaron a recibirlo.
Al
ver esto, los discípulos Santiago y Juan dijeron:
—
Señor, ¿ordenamos que descienda fuego del cielo y los destruya?
Entonces,
volviéndose él, los reprendió diciendo:
—Vosotros
no sabéis de qué espíritu sois, porque el Hijo del hombre no ha venido para
perder las almas de los hombres, sino para salvarlas.
Y
se fueron a otra aldea.
Una
vez Jesús ha dejado claro este punto, lanza una advertencia, una advertencia
severa pero a la vez esperanzadora.
Recogiendo
lo dicho hasta ahora, explica la parábola de una higuera que no da fruto.
Es
una parábola que la gente que escucha a Jesús pueden entender fácilmente, una
parábola rural para un mundo rural.
Porque,
¿para qué sirve una higuera? Pues para dar higos, un fruto dulce y con mucho
alimento en una tierra dura donde no es fácil conseguir alimento.
Donde
cada espacio de terreno cultivable es muy importante, cada gota de agua
invertida cuenta, porque no no hay mucha tierra cultivable, ni hay mucha agua.
Esto
es como el que tiene unos negocios y en tiempos de crisis revisa las cuentas y
dice, vamos a ver, este negocio no da beneficios, pues mejor lo cierro y
abrimos uno nuevo.
La
higuera es uno de los símbolos que representa al pueblo de Israel, es ese árbol
que da sombra que da cobijo al peregrino, al emigrante y al que peregrina.
Da
sombra y refresco, pero también debe dar fruto, alimento, posibilidad de vida.
Esta es la misión del pueblo de Dios.
¿Somos
pueblo de Dios? Pues esta es nuestra misión.
Y
claro, si la higuera no da fruto, no refresca, no acoge bajo su sombra al
hambriento, si la higuera no produce vida, si el negocio no chuta…
¿Para
qué lo quiero?¿Verdad?
No
sé si alguno de vosotros habéis tenido un huerto, pero si plantáis tomateras y
no dan tomates ¿para qué quieres la tomatera?
Pues
la arrancas y sanseacabó, y aprovechas la tierra para plantar otras cosas.
Pero
el encargado de cuidar la higuera no piensa como nosotros, no es que no crea
importante que la higuera provea de aquello para lo que ha sido plantada, no es
que no siga la lógica.
Es que sigue teniendo esperanza.
Sí,
si la higuera no da fruto habría que cortarla, pero déjame que insista, déjame
que la abone, déjame que la cuide, sino funciona siempre estoy a tiempo de
cortarla,
pero
ahora es tiempo de cuidarla, con la esperanza que de fruto mañana.
No
sé con quien te habías identificado al leer el texto de Lucas, pero el mensaje
de Jesús como habéis podido ver va dirigido a su propio pueblo.
Los
hombres y mujeres llamados por Dios para ser su pueblo, no pueden vivir una
vida que les lleve a contemplar el mundo pensando con tristeza o con
satisfacción que es un mundo abocado a la muerte por causa de su pecado.
Los
hombres y mujeres llamados por Dios para ser su pueblo, si piensan así, deben
arrepentirse, cambiar su forma de pensar, y saber cuál es su misión en medio de
la creación.
Dar
sombra, dar refresco, dar alimento, dar vida a los que caminan por el desierto,
ser el lugar agradable, deseable para todos aquellos que sufren la dureza de
esta vida.
Y
si la higuera no da fruto, ¡debería cortarse y plantar otra cosa!
Porque
es necesario que exista la higuera, y hay quien la cuida, quien la abona y
quien la prepara para que de fruto.
No
seamos pues una higuera estéril, aprovechemos lo que Dios nos da, para dar el
fruto que se espera de nosotros.
Amén
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